jueves, 23 de octubre de 2014

VETERANO DE IRAK



Su vida no es suya —dice haberla perdido
en una de sus guerras mercenarias—.
Subsiste derrelicto, socialmente inadaptado,
sin auxilio en su deriva.
Le urge escuchar una voz  aprobatoria
algún encomio que le sostenga.

El dolor le hace blasfemar y odiarse.
“La democracia está amenazada
ustedes luchan lejos; para que el enemigo
no alcance a nuestro pueblo
y destruya nuestras casas”:
dijeron, los que hoy no le escuchan.

Se aprieta los muñones,
declara el advenimiento de su fatalidad
contra su Dios.
Libera los frenos al borde de la escalera.
La velocidad impide la ayuda.
El encontronazo le despide de la silla…

Le cubren con la bandera.
El Oficial confunde su nombre
y habla de medallas inciertas.
La viuda sufre su futuro
descreída del presente.

Pichy

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