1
El tajo de la guadaña
casi me parte en dos.
El sueño abierto
y el mar mareando olas.
A la intemperie el interior
sacarón la pus, no alma.
2
El verso se clavó como una espada
desde insospechadas lejanías eternas.
Lo onírico se apoderó de la edad
habitando en anestesias de recuerdos.
La palabra se vistió de blanco
y un cirujano estirpó los versos yacentes
viajando hacia galeras en un batel.
3
Demasiadas vísceras complejas
para cuerpos tan pequeños y con fecha de caducidad
gobiernan nuestra materia.
El cerebro humano, por ejemplo,
está tan lleno de cables, sustancias, células eléctricas
que es imposible gobernar las ideas
y los sentimientos.
Todo queda a merced de las disyuntivas
y adversativas calamidades
que razonamos como un ¡eureca!
No se necesita ser tan complejo para ser feliz:
somos falsos robots que nos movemos y actuamos
mientras no nos invadan los virus
o se nos pare el reloj que marca nuestras horas.