Un
poema me manda hacer la vida
y
jamás estuve en tal aprieto
catorce
veces siete lo he intentado
y
apenas hago un verso y se me rompe.
No
hallé tranquilidad para escribirlo
por
falta de la suerte o del designio
un
espanto, una temeridad, un lujo
haber
llegado al segundo cuarteto.
Y
fui entrando en cielos muy nublados
con
pie derecho en muchas ocasiones
con
palabras acuosas dándole patadas.
Y
así llegué a darme por vencido
rogándole
a Dios que me ayudara
a
darle forma a este segundo terceto.
© Luis Vargas Alejo