Quedan
fondos por conocer,
aún
el mar guarda sus misterios
y
la muerte, cotidiana, es sorpresa
ante
la infinita presunción.
Aún
sondeamos el oráculo de Delfos
cuando
se interponen los abismos
de
las dudas milenarias,
porque
las costumbres nos esclavizan
y
se buscan los párpados de dios
para
hacernos la esperanza del alivio,
sincréticos
hasta la médula.
No
hay edad para la muerte,
desde
la primogénita luz
nos
adviene el recelo
por
la taxativa magnitud del vacío
que
nos condena a la inercia
y
la negligencia de buscar fuera
temerosos
de nuestros adentros.
Fue
por conveniencia, más que necesidad,
que
un hombre rubio
impuso
a dios su semejanza.
Pichy
Este es un poema genial - sobre todo la última estrofa que es sorprendente, sin desmerecer a las demás- que podía estar en nuestro poemario "La imagen Proyectada" ¿quieres que lo pongamos allí?
ResponderEliminarÑo...Así, que éste te resulta genial...
ResponderEliminarSí, hombre, póngalo allí. Es un favor que me hace, que no ando bien con las musas, y acabo de recibir un correo donde dices que me toca a mí presentar.
Muchas gracias + Abrazos
Pues ya está puesto. Ahora me toca a mi
ResponderEliminarDios te lo pague!
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