El fruto
del sueño,
es como una
ausencia de violines
en una banda
sinfónica,
donde solo
suena el aire.
De mayor,
se recuerdan los lienzos
que hay en
la memoria, donde se guardan
aquellas
imágenes, que sirven
para tener
los ojos abiertos,
amar las
pinturas al óleo,
el corazón
palpitante,
una lira
inmensa en el regazo
y tantear
con los dedos
las notas
de dichos sueños.
Después...morir en secreto.
© Luis Vargas Alejo
ResponderEliminarSolos.
Morimos solos,
-como al nacer-
El silencio es audible
cuando calla la orquesta.
Resuenan los recuerdos
de los sueños de antaño
bajo la piel.
Se palpan los colores
por su calor o frialdad.
Un tapiz avejentado
colgado en la pared.
Con sus sombras,
a veces regresan
los fantasmas del miedo.
Nieves.
Más que bueno, querido Luis.
Dulces sueños.
Besos.
Me resulta logrado el poema, amigo.
ResponderEliminarAbrazo