Camina de plaza en plaza
abrazada con la angustia
entre sus manos ambiguas.
Va por su pena gritando
los dolores que laceran
sus más crecidos amores,
que se han llevado a la nada
las uniformadas fuerzas
—dicen testigos que callan—.
Ella no los vio perderse
hasta que no les llegaron
ausentes para la mesa,
que sus faltas le denuncia
despertándole los miedos:
— ¡Desaparecidos!
Y ya el alma se recoge
las razones se diluyen
se suman todos los dioses
en busca de una esperanza.
Que la experiencia le niega
por los cotidianos hechos
donde el hábito represa
aguas negras de la muerte.
Pichy
No puedo poenerme al día; porque, ya debo marchar a casa. Les deso este viejo poema, que nunca se los presenté...para, al menos,justificar mi membresía. Buen finde!
ResponderEliminarPuede que sea antiguo.
ResponderEliminarPero es magnífico.
Me emocionó. Viví toda la escena.
Con rima, métrica y ritmo.
Libre como el aire, un latido.
Dolor que recoges con ternura ante el horror de la tragedia... Y la esperanza se aferra hasta esa muerte que no desiste en desligarse.
Me encantó, mi querido Pichy.
Ten un buen fin de semana en familia, mi amigo querido.
Besos hasta La Habana.
Muchas gracias, amiga, por el ameno comentario y gentileza.
ResponderEliminarBesos
Romance del prisionero
ResponderEliminarQue por mayo era, por mayo,
cuando hace la calor,
cuando los trigos encañan
y están los campos en flor,
cuando canta la calandria
y responde el ruiseñor,
cuando los enamorados
van a servir al amor;
sino yo, triste, cuitado,
que vivo en esta prisión;
que ni sé cuándo es de día
ni cuándo las noches son,
sino por una avecilla
que me cantaba al albor.
Matómela un ballestero;
déle Dios mal galardón.
Bien por el romance...pero, de mi engendro: qué?
ResponderEliminarAbrazo
Pásalo a la huella de la Senda como cosa nueva.
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