Ayer
tuve un sueño o una pesadilla.
Soñé
que regresaba con los míos
cuando
un no sé qué interrumpió
el
camino. Fría la noche. Buscamos
hospedaje.
Todo completo. Y así,
sin
más, de pronto, como ocurre
en
los sueños, un amplio salón
era
proscenio donde un viejo actor
balbuceaba
antiguos versos.
No
recuerdo qué decían. Si eran
canción,
elegía o madrigal. Mas
sí
la cadencia, el tono, de Garcilaso:
«cuanto
tengo confieso yo deberos;
por
vos nací, por vos tengo la vida,
por
vos he de morir y por vos muero»
Y
comencé a recitarlos. Y me emocioné
y
emocionaba a una platea difusa.
¡Qué
perfecta la rima y la medida!
Tanto,
que quise despertar y no
sabía
si era sueño de un sueño,
o la
agonía de estar muerto. Por
la
alta madrugada, plenilunio,
y
preguntarme por nosotros
y
por la noche y por la nada.
© A. García
Tu poesía me produce un choque evocador y significativo por la sencillez y claridad de forma en un contexto, medio onírico, que me gusta e incluso me da paz.
ResponderEliminarMe resulta muy bien el poema, amigo. Estupendo.
ResponderEliminarAbrazo
Amena lectura que exige la recreación del poema e invita a leer nuevamente. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarUn saludo.