Abre
los ojos y todo le resulta lejano.
La
edad le regresa insegura,
sin
afirmaciones ante el abismo
que
le distancia irreconocible,
y
no se encuentra.
Mira
la puerta, que le resulta ajena
y
presupone infranqueable.
Un
precepto le tiene de hinojos.
Distante
de sí, siente los roces
de
una multitud contra el muro
y
tambores le redoblan dentro del pecho;
pero,
se detiene, se apacigua resignado.
Una humedad gélida desde sus axilas
Una humedad gélida desde sus axilas
busca
la finitud de sus pies
donde
la emoción le retrocede.
Le acompañan el aserrín y el desgano
Le acompañan el aserrín y el desgano
de
la anestesia impúdica del abandono.
Cubre
los ojos con vehemencia
embotado
por las prohibiciones,
y
se promete la auto flagelación
para
el alivio de mentales dolores.
pichy
pichy
Es curioso. Este poema me ha recordado a Bego ¿dónde y cómo estará?
ResponderEliminarTambien me ha recordado una cancioncilla que cantábamos de jóvenes que decía:
le empujaron p'allá
le empujaron p'acá
le metieron un dedo en un ojo
pobre señor, pobre señor,
no se lo pudo sacar.
Este poema habría que sintetizarlo mucho más, le sobran explicaciones, elementos de unión de versos y adjetivos
Notadas las observaciones. Sí, hace rato no sabemos de la Bego.
ResponderEliminarGracias + Abrazos