La ciudad
He recorrido la misma ciudad
durante más de treinta años.
Esa urbe de bifurcaciones
repleta de vidas anónimas,
errantes.
Calles con miradas en los charcos,
escaparates o lunas de coches,
disimulando transparencias.
Bancos vacíos, aceras con hambre
de compasión, aledaños a la
frivolidad
de la venta de carne...
No recuerdo un tiempo
en el que me sintiese fugitiva.
Begoña M. Bermejo
Bien se me da el poema, amiga. Estupendo!
ResponderEliminarGracias amigo.
EliminarBesos
Me gusta tu ciudad: es romántica (ver romanticismo)
ResponderEliminarSí, es cierto, tiene su romanticismo. Gracias a tus enseñanzas he disfrutado de muchos movimientos literarios, y el romanticismo, no es en el que me sienta más comoda, no porque no lo disfrute, sino porque me cuesta compartirlo. Supongo que porque no se escribirlos. Pero he de reconocer que soy una romántica empedernida.
EliminarEspíritu sin nombre,
indefinible esencia,
yo vivo con la vida
sin formas de la idea.
Yo nado en el vacío del sol,
tiemblo en la hoguera,
palpito entre las sombras
y floto con las nieblas.
Yo soy el fleco de oro
de la lejana estrella,
yo soy de la alta luna
la luz tibia y serena.
Yo soy la ardiente nube
que en el ocaso ondea,
yo soy del astro errante
la luminosa estela.
Yo soy nieve en las cumbres,
soy fuego en las arenas,
azul hondo en los mares
y espuma en las riberas.
En el laúd soy nota,
perfume en la violeta,
fugaz llama en las tumbas
y en las ruinas yedra.
Yo atrueno en el torrente
y silbo en la centella
y ciego en el relámpago
y rujo en la tormenta.
Yo río en los alcores,
susurro en la alta hierba,
suspiro en la onda pura
y lloro en la hoja seca.
Yo ondulo con los átomos
del humo que se eleva
y al cielo lento sube
en espiral inmensa.
Yo en los dorados hilos
que los insectos cuelgan
me agito entre los árboles
en la ardorosa siesta.
Yo corro tras las ninfas
que en la corriente fresca
del cristalino arroyo
desnudas juguetean.
Yo en bosques de corales
que alfombran blancas perlas,
persigo en el océano
las náyades ligeras.
Yo en las cavernas cóncavas
donde el sol nunca penetra,
mezclándome a los gnomos
contemplo sus riquezas.
Yo busco de los siglos
las ya borradas huellas
y sé de esos imperios
de que ni el nombre queda.
Yo sigo en raudo vértigo
los mundos que voltean,
y mi pupila abarca
la creación entera.
Yo sé de esas regiones
a donde el rumor no llega,
y donde informes astros
de vida un soplo esperan.
Yo soy sobre el abismo
el puente que atraviesa,
yo soy la ignota escala
que el cielo une a la tierra.
Yo soy el invisible
anillo que sujeta
el mundo de la forma
al mundo de la idea.
Yo en fin soy ese espíritu,
desconocida esencia,
perfume misterioso
del que es vaso el poeta.
G. A. Becquer.
(Quítale a este poema todos los pronombres "yo", porque yo, yo, yo, es demasié egocentrisme ¿pas de Croi?
ResponderEliminarTe lo decía porque el poema corresponde con las características del Romanticismo:
¿Cuáles son las Características del Romanticismo Literario? 1. Presencia en las obras de un estilo individualista, de marcada sensibilidad, abundante imaginación e innegable rebeldía. 2. Tendencia al pesimismo. La vida es poco menos que una tragedia; un contexto de melancolía y desasosiego. 3. Los autores son inconformistas por definición y se rebelan ante lo establecido. 4. Diarios y confesiones íntimas están a la orden del día. 5. Entre otros temas, destacan los relacionados con la historia nacional, las tradiciones, la mujer y los conflictos sociales.
Entendí a que te referías, me gusta el romanticismo.
EliminarNecesitaba de esa belleza, del pesimismo, de la liberación ante la incomprensión en un poema personal llevado a una imagen de nuestros días. Claro que tiene su romanticismo, yo soy muy romántica, pero intento que no se note.
Los yo, yo, yo, no los puedo quitar, Becquer los puso por mi.
Besos
Gustavo murió joven de egocentrismo...tenía que haber dicho yo, me estoy muriendo...
ResponderEliminarPues que se note, ¡sé romántica! -en el sentido literario, claro