Al lado izquierdo del margen
como argamasa de algibe
impido filtraciones,
lo intimo del poema.
La presion arterial
de palabras obstruidas
sube
sudas, te muerdes las uñas,
algo escondes
el ritmo del marcapasos
titila
las pastillas de seconal
templan la idea, el logos...
Paro cardiaco
Adicción
El poema
Begoña M. Bermejo
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Las musas (a mis amigos Bego y Pichy)
https://youtu.be/AjwJnaQRLbQ
Se me da bien, amiga. Aunque, no es el primero que leo así, me llama la atención que comienzas punteando y termines sin hacerlo (aunque no me crea confusión alguna, porque las mayúsculas me indican la pausa de un punto)
ResponderEliminarEs verdad, no tiene nada de innovador el poema... bueno, algo sí que tiene, salió rana y, ¿cuantas ranas conoces que croen poemas, descansen en mitad de una senda comiendo comas y puntos, y esperen el beso de un principe al que convertir en sapo, para pasar el resto de sus vidas en charcas de sopas de letras?
ResponderEliminarBesos
Jo¡ ¡pues es verdad! la última rana que me encontré en la ribera del río, junto al sauce llorón, en la piedra gorda que brillaba al sol, recitaba un poema que decía así:
ResponderEliminarcrua, crua, crua
crua cruá.
¿cruacua crua cuá?
cruaaak, cruaaak....
Y ya desde entonces no he visto a ninguna otra haciendo de rapsoda. Pero me acerqué con sigilo, la tomé en mi mano y la besé en el morrito y se convirtió en una buena poetisa.
Ah! Pero, mira que hay que oír —leer— cosas! Así que ya, aparte de atún, es príncipe.
ResponderEliminarLe llamas rana a Bego, o entiendo mal?
Ja, ja, ja, aclare, aclare: que en honor a la verdad, puede contarse así...
Un gran sapo, más gordo que una arroba, andaba tomando el sol sobre una piedra del arroyo; cuya orilla recorría la princesa. Que al verlo, luego de reponerse del susto, lo tomó entre sus delicadas manos y le sobó el lomo —angustiada al verlo tan solo; repudiados por sus congéneres, que huían de su bronco trato y carácter—. No imaginaba que ese viejo sapo, guardaba mucha sabiduría. Es el caso, que el desahuciado sapo, al verse tratado con tanto cariño decidió, quizás en el único buen acto de su vida, regalar toda su sabiduría a la Princesa. Que de la tarde a la mañana se vio convertida en una excelente poetisa .
Menudos cuentistas estáis hechos!! (jijiji)
ResponderEliminarBesitos, principes
Cuentame el cuento de la escalera
ResponderEliminarque te sube y te baja estando inmovil,
el rellano de arriba nunca se alcanza,
los tramos se suman en los descansillos
y aunque suenen campanillas, no hay
campanario, ni a las nubes más bajas
llegamos con las manos.
Las arañas del techo
tejen y tejen sin descanso.
© Luis Vargas
Muy bueno y muy cierto.
EliminarBien puedo contarte el cuento de la Buena Pipa.
ResponderEliminarCuenta, cuenta
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