jueves, 29 de agosto de 2013

Infeliz



Se sienta justo donde lo medular,

aprieta razones coaguladas,

imagina extraños jueces 

juzgándole los pensamientos más íntimos

y siente las manos de los verdugos

palpándole el cuello, calculándole.


Reniega la soledad ceñida a su intemperie,

ahora, empecinado en borrarse 

de las listas de posibles sospechosos,

asustado de sus lucubraciones ideales

sobre la justicia y la equidad.


Pasa el tiempo y nadie viene por él,

nadie se detiene ante su puerta,

ni una mirada encuentra sobre la suya.

Sonríe complacido de haberlos burlados

y se promete no desafiar más la suerte

con extraños pensamientos.


pichy

6 comentarios:

  1. Como lo dice el poema no me gusta mucho, pero lo que dice sí. Hay mucha gente que se esconde y huye, pero no se arrepiente, sino que vuelven a las andadas.

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    1. Bueno, pues ya somos dos; a los que no nos gusta como lo digo. Noto sobran "cosas", y, sobre todo, no me gusta la 1ra estrofa.
      Hace tiempo, denoto que me "tratas de igual, a igual"; tal si ya fuese un "poeta". No, amigo mío, aun te queda trabajo conmigo. Podemos decir: que ya no tienes que enseñarme las "teorías", pero, tienes que seguir luchando con los muchos defectos y vicios, que tengo que eliminar. Estoy convencido de que no escribiré como tú o Bego; ya sé que no puedo, no es mi forma. Me he detenido a analizar al respecto, releyendo sus poemas (y leyendo a muchos poetas cubanos, y latinoamericanos), y he llegado a este convencimiento; pero sí, me queda claro, que tenemos tangencias, y, la base será esencialmente la misma; pues, todo parte de ti.
      Entonces, te queda faena; porque, no importa la forma en que enfrente y diga el poema, he aprendido: que todas las formas valen, pero, no menos domino y estoy consciente: que hay cuestiones “universales” que no se pueden violar —sea cual sea la forma que se use—, y, ahí es donde tengo que superarme. Así, que te pido: no sueltes el garrote! Sobre todo, no te canses, salvo que llegues al convencimiento de que no tengo nada que buscar en la poesía; porque, bien sé, que todos no podemos ser poetas; como todos no pueden llegar a ser cosmonautas. Contra el deseo, está la realidad, y sabes, conmigo, al pan, pan; y al vino, vino.
      Fuerte abrazo

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  2. Infeliz

    Se sienta en la médula del tiempo
    apretando razones coaguladas,
    y se imagina jueces extraños
    que le imputan los pensamientos,
    y siente las manos del verdugo
    cómo le palpan la ira.

    Soledad ceñida a la intemperie
    de la que trata de huir y borrarse
    de aquellas listas de sospechosos
    por miedo a elucubraciones ideales
    que rondaban la justicia y la equidad.

    El tiempo pasa. Nadie viene.
    La puerta cerrada no tiene sombra
    y los ojos relucen en la luna.

    Burló la secuencia con sosiegos de luz
    y reza en el desafío a la suerte
    con pensamientos de alivio y gracia.
    Siempre hay un lobo en el monte.
    (arreglos de Luis Sampedro Escribano)

    Hace tiempo que somos muy amigos y los amigos se tratan de igual a igual. ¿Que eres poeta? Sin duda. ¿Que tus poemas no te son satisfactorios? ¿Y a qué poeta que se precie, sí? ¿Que te falta técnica? No. Te voy a decir lo que te falta: no menospreciar lo que escribes y demostrar más seguridad, pues aunque otros escriban de otra manera y parezca mejor escritura versal, es por la seguridad con que lo hacen. Después analizan y rectifican como yo, por ejemplo.
    Te faltan temas diferentes. Te falta observar las flores, las puestas de sol, saber del amor platónico, recordar pasajes de tu vida que te fueron gratos, buscar historias y las palabras clave para versificarlas. Te falta salir de la idea de igualdad, solidaridad, justicia y revolución. Te falta encontrar las palabras llanas y cotidianas y no mezclar frases tan rimbombantes como “medular” con “razones coaguladas”. Te falta leer con mucha atención las Cartas de Rilke a un “joven” poeta y asimilarlo bien:



    (continúa)

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    1. “...Usted pregunta si sus versos son buenos. Me lo pregunta a mí. Anteriormente le preguntó a otros. Los lleva a las revistas. Los coteja con otros, y se preocupa porque algunas reacciones los rechazan. Entonces (como usted me ha permitido aconsejarlo), le suplico que abandone eso. Usted mira hacia fuera y, es precisamente lo que no debe hacer ahora. Nadie puede aconsejarlo ni ayudarlo, nadie. Solamente existe una manera: entre en si mismo. Descubra el fundamento que lo lleva a escribir; investigue si tiene raíces en el lugar mas profundo de su corazón; reconozca si para usted sería necesaria la muerte en caso de ser privado de escribir. Esto ante todo: pregúntese en la hora mas callada de la noche: ¿debo escribir?. Busque en lo mas profundo de si mismo la respuesta. Y si esta es afirmativa, si enfrenta esta grave pregunta con un seguro y sencillo "debo", siendo así, edifique su vida conforme a tal necesidad: su vida, aún en la hora mas insignificante y pequeña, debe ser signo y testimonio de ese acto. Entonces, trate de expresar como el hombre primigenio lo que ve y siente, lo que ama y pierde. No escriba poesías de amor; sobre todo, apártese de las formas demasiado comunes y que se encuentran con facilidad: son las mas difíciles, porque se necesita mucha madurez para aportar algo propio donde existen en cantidades buenas y, en parte, sobresalientes tradiciones. Por tal motivo, líbrese de los motivos generales y tome los que le ofrece su diario devenir. Muestre sus tristezas y deseos, los pensamientos que acuden a su muerte y su fe en algo bello; muestre todo eso con profunda sinceridad interior, serena, sumisa, y para expresarse, use los objetos de su entorno, imágenes de sus sueños y las cosas esenciales de sus recuerdos. Si su vida cotidiana le parece pobre, no la culpe, cúlpese a usted mismo, reconozca que no es lo suficiente poeta para encontrar en ella sus riquezas. En los creadores no cabe la pobreza, ni los lugares pobres e indiferentes. Y aunque usted estuviera en una cárcel sin poder percibir los rumores del mundo exterior, ¿no tendría siempre su infancia, esa riqueza preciosa, grandiosa, fuente inagotable de recuerdos?. Regrese a ella su mirada. Intente aflorar las brumosas sensaciones de tan inmenso pasado; se fortalecerá su personalidad, se acrecentará su soledad y se hará un lugar a la sombra, en el cual, el estrépito de los otros pasa de largo y lejano. Y si ese regreso a lo interior, de ese adentrarse a su propio mundo brotan versos, no acuda a nadie para saber si sus versos son "buenos". Tampoco intentará que las revistas literarias se interesen en sus trabajos, pues los verá como una preciosa propiedad natural, un pedazo y una voz de su vida. Una obra de arte es buena cuando surge de la necesidad de crearla. En esa naturaleza de origen está implícito el juicio: no hay otro. Por eso, mi querido señor, no podría darle otro consejo que este: penetrar en si mismo y encontrar las cosas mas profundas de su vida. Esa es la fuente en la cual usted encontrará la respuesta a su pregunta si debe crear; tómela como suene, sin explicaciones. Tal vez suceda que usted está llamado a ser artista. Si es así, acepte su destino y llévelo con su sufrimiento y su grandeza, sin preguntar jamás por la recompensa que hallará afuera. Pues el creador debe ser un mundo en si mismo, encontrar todo en si y en su propia naturaleza....”

      Te falta no querer escribir como tus ídolos poéticos, sino como tu eres.

      Continúa 2

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    2. La teoría y la base poética la tienes. Te falta lo que yo tampoco sé lo que se ha de tener o cómo se ha de ser para ser poeta -al margen de la gramática y la sintaxis que distinguen las frases simples y las compuestas y el orden del sujeto/predicado y complementos normales para que los puedas alterar y producir transgresiones al lenguaje que te destaque como lo hace un buen anuncio de propaganda. Fíjate que si se escribe una página sentado en un sillón con una corrección lingüistica exquisita, apenas tendrá aprecio y casi, casi, cansará a la mayoría leerla. Mientras que si la escribes boca abajo en un andamio, alterando la normal sintaxis y sin rebuscar las palabras, todo el mundo lo entenderá y, más aún, lo verán como un prodigio.

      No. Todo no parte de mi. Parte de las ganas que cada uno tenga de escribir poesía y de la natural tendencia a hacerlo, de la vocación y la técnica. Incluso de la facilidad de palabra y léxico y conjugar la ironía con la realidad como un paralelismo asintomático. Ni yo escribiré como Bego, ni como tú. Ni cómo un poeta latinoamericano. Ni como lo hacen otros. Porque cada poeta es un mundo y su cultura reside en los conocimientos de la vida, del lenguaje y de la experiencia. Pero no es peor ni mejor escribir como los demás, sino distinto. Ningún grupo de los llamados “generación” escribía igual. ¿Qué tenían en común, por ejemplo, la Generación del 27 salvo el amaneramiento “camp”? ¿Escribía igual Luis Cérnuda que García Lorca o que Pedro Salinas? No. Pero formaron Generación, porque eran de la misma época, todos destacaban y todos querían una poesía nueva, pero nada más.

      Cuando un poema es bueno, las cuestiones universales no sirven para nada, como la globalización, porque las comparaciones son odiosas. Yo no he visto que tú violes algo. Simplemente que no revisas tus versos. Que no haces frases cortas -como hago yo ahora escribiéndote- Que no modulas la voz y que no se te ocurre decir tonterías, como por ejemplo, mis proteopoemas. Mira:

      Me gustas cuando duermes
      porque callas,
      pues aunque roncas y chiflas
      puedo dormir tranquilo,
      sin la presión
      de la tremenda cantinela
      de tus regañeos.

      Me gustas cuando duermes
      porque aunque estés soñando
      te callas.

      Cuando el trabajo escasea
      y no hay
      los hombres se dan de ostias.

      Po zí
      me hise andalú
      anque nasí en Madrí,
      po que pa'cá en Andalusia
      semos má guasosos
      y andemo po donde andemo
      y aiga lo que aiga,
      ce paza bien.
      Eh como un'avana
      con la mesma jarana.

      Yo tengo un amigo en Cuba
      que dice que no es poeta,
      y al son de mi trompeta
      quiere que suene una rumba

      Pero no te has de preocupar. Cambia el chic y te seguiré siguiendo. Uno al lado del otro, porque si no somos poetas, somos personas, amigos, hermanados por las letras. Si yo no hubiera visto algo en ti especial, jamás te hubiera invitado a escribir, ni te hubiera enseñado lo que sé, ni na, de na de na. Sólo te pido paciencia y que empieces a escribir auténticas barbaridades que estén coherentes en su hilazón. Y seguimos hablando. Si quieres te pondré tareas, y experimentaremos un nuevo devenir.

      Fin

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  3. Muchas gracias por tu sabia disertación. Llevas razón —no estaría mal lo de las tareas; pero, empieza el nuevo curso, y falta el tiempo—. Estas contestas son las que me hacen “feliz”; cuando imitas mis escuetos comentarios, no me enseñas; como es tu Deber. Además, debieras estar contento, o complacido, porque tu discípulo resultó alumno Destacado en el curso (además, de no entregar el poema a concurso a tiempo; con el fin de darte la posibilidad de ganar).

    Y más ná… que sabes que tengo el día pésimo.

    Abrazos

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