martes, 1 de julio de 2014

LO QUE HACE EL HAMBRE

Fue sin querer. Lo degollé.
Era un gallo precioso
de plumaje suave y blanco,
caminaba con saltos señoriales
exhibiendo su majestuosidad
y cacareando con cresta erguida
como corresponde a un señor
de casta...
lo siento,
tenía hambre de días.

© Luis Vargas

2 comentarios:

  1. Me resulta de un realismo estupendo, amigo.

    Fuerte abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por tu comentario. Es un metáfora de algún deseo oculto contra los gallos señoriales.

      Eliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.