jueves, 6 de noviembre de 2014

PALABRAS ROSAS DEL EFUGIO



Por las estrechas leyes  
de la vivencia,
el semblante de la concordia
requiere sus particulares cantos.
El luto no está en el vestido oscuro,
ni lo rosado es sinónimo de fiesta.

La luz, que significan con la vida,
suele cegar hasta el retroceso
y la muerte.
Además, qué es la muerte
sino albur y dejadez,
renuncia obligada.

Sépanlo, desde siempre,
las víctimas han sido calculadas
—los “daños colaterales” no son
asuntos de la modernidad—
y los inflexibles sablazos
no cejan de buscar
los más eficientes dolores
de la existencia.

Sí, ténganlo por seguro,
la vida es demasiado pequeña
para abarcar tantas perversidades,
y es tal la ruina moral de las evasiones
en los poemitas amorosos
—del sexo romantizado, o disimulado,
por los incapaces de vivir el amor,
más allá de sus oníricos versos—,
que, ante el verdadero amor, indignan.

Cortinas de palabras tontas hasta lo ridículo,
que vergüenzas humanas ocultan,
me provocan náuseas
ante los masacrados niños palestinos
y el terrorismo de Estado, que nos apoca
hasta el silencio cómplice
o las frívolas controversias de café.  

Pichy

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