Detrás de todas las cosas,
sentado y tranquilo,
observando sonriente mi vida,
cruza un ángel.
La sonrisa en el aire,
el sudor del trabajo constante,
el calor de sus brazos
sujetando la estancia.
Y pasaron los días y los años
y se fue,
dejándome en herencia bondad
simplicidad y elegancia.
Soledad,
fantasma de mi sombra,
sostén de mis fracasos,
amor de mis amores.
Le extraño y le recuerdo,
le llevo a mi lado
como presencia que anuncia
un canto de nostalgia.
Detrás de todas las puertas
que cierran los picaportes,
estás tú, con las llaves
que me da tu mano: padre.
No estás muerto, no,
simplemente descansas,
esperando que salte la escalera,
me agarre a tu cuello y te bese,
como cuando yo era,
tu "chiquilicuatre"
De todo lo que perdí en la vida,
mi mayor pérdida fue
tu compañía física y tu consejo,
jamás tu alma bondadosa.
© Luis Vargas el Alejo
Llega muy sentido, el poema, y bien transmite.
ResponderEliminarPor acá es el 2do o 3er domingo de junio —no recuerdo bien—. Pues, desde ya, mis Felicitaciones! Que me resultas como un padre.
Abrazos
Magnifico poema, y sentimientos.
ResponderEliminarUn beso y felicidades.