Desamparado
frente al puerto
se abre a los
signos de la aventura
ajándose en
mentales fantasías.
Le duele la vida
cuando
reflexiona
que el mar es la
verdadera distancia
—la única real
frontera—.
Revoca la apetencia por su regazo
preocupándose ante el limbo plomizo
de los votos que confunden
a los inexpertos amantes,
de la ausencia y
sus fervores.
Se ahoga en el laberinto de los posibles,
Se ahoga en el laberinto de los posibles,
intentando
descifrar la vivencia
de la que partió,
dejándole su
promesa escrita
al reverso de una
foto Polaroid
—que ya se hace
borrosa—.
Pichy
Me he visto retratado en este poema y todavía no sé por qué. Así son los buenos poemas.
ResponderEliminarMuchas gracias, amigo. Abrazos
ResponderEliminarEstupendo poema, amigo.
ResponderEliminarBesos
Muchas gracias, amiga. Besos
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