Y soy como el viento que va y viene
y se retuerce y se agita y se agota
y en la distancia vuelve, agita sus
brazos,
desbroza el polvo que se acumuló con el
tiempo
para dejar los corazones límpidos, junto
al trasgo de la vida,
en las esquinas ensoñadas de los paseos
largos,
por las que se acomodaron las presencias
de los hitos
donde dejé las semillas que me hicieron
crecer,
hacerme mayor, viejo, y vuelta a ser
joven, niño
que se siente feliz acomodado en sus juegos,
como el verso que hizo poema y
cristalizó en agua
bebiendo de ella y dando de beber.
© Luis Vargas Alejo