Germinan los caudales
en la palabra
que dice
rebeldía
cuando su
canto se eleva
en tonos tan
claros como sus ojos.
Una procesión de transparencias
revolotea sus
fragilidades.
Donde yo veo
una niña infinita
los demás ven
una mujer sin rumbo.
Las razones se
deslizan indolentes
entre los sacrificados, que juzgan
desde sus
mansiones,
o las
desafortunadas físicas
que, con el
rencor bien escondido,
crucifican las
bellezas sensoriales.
La
excomulgaron de la revolución
y de la
universidad
—que era para
revolucionarios—.
Le exigieron
de su cuerpo
algunos
desmadrados oportunistas
que fingieron
su honradez.
Esgrimieron la
razón para el abuso
cuando ésta no
honraba la verdad,
y aun hoy
los justifican
otros hijos de puta.
Pichy
No me gusta mucho porque es demasiado descriptivo, como si fuera una crónica periodística.
ResponderEliminarAsí es, amigo. Llevas razón.
ResponderEliminarGracias + Abrazo