Me he fijado en lo reprobatorio
que llega a ser un limpia parabrisas:
arrastra el chaparrón de un lado a otro.
Sonata al compás de la batuta.
Y qué decir de la lluvia, del libre
albedrío
de inmolarse ahogada,
gota sobre gota...
¡Vaya tormenta! ¡cuánto charco!
¡Ay, donde esté el mar...!
Begoña M. Bermejo
Me resulta bien logrado, amiga, con buen ritmo y ocurrente decir. Lo que no me queda claro es el último verso...
ResponderEliminarBeso
Es cierto, el último verso se me atravesó... Mi intención es hacer hincapié en el ahogamiento, incluso por voluntad propia, pero creo que deberia quitarlo, o buscar otro verso más acorde.
EliminarGracias, amigo.
¿Qué te parecen estos arreglitos?
ResponderEliminarMe he fijado en lo reprobatorio
que llega a ser un limpia parabrisas:
arrastra el chaparrón de un lado a otro.
Al compás de su batuta, una sonata
en sí bemol, del libre albedrío
de la lluvia, que ahoga los espantos
gota sobre gota...sobre el capó
El profundo agujero de los charcos,
arremolinados se tragan y encubren
los temores del ahogado.
Arreglitos... pero si son los acordes de la lluvia, el tintineo.
EliminarSon perfectos los arreglitos, muchas gracias, amigüito.
Besos
Sí, pero el ritmo de la lluvia lo tienes que imprimir en el poema.
ResponderEliminarMás besos