A la espalda: maestre y contramaestre
sujetando la batuta
del pasado,
del presente,
del futuro.
Cremallera que dejó pasar silbidos
entre su dentición infantil,
y ahora mellada por la edad,
atraganta cierres.
Costuras remendadas
por hilos irregulares
y unidos por torsión.
Bolsillos internos abotonados al
enigma,
al miedo, a la mudez.
Látigos que encarnizan los hombros,
hondonadas que se mimetizan,
surcos de peso...
Piel adherida a la piel,
con fondo oscuro e irreversible.
Begoña M. Bermejo
Se ma da muy bien logrado, amiga. Discursa de maravilla, y, esa segunda estrofa no tiene desperdicio. Lo he disfrutado más allá de lo literario...creo que sabemos el porqué. Estupendo!
ResponderEliminarBesos
Gracias, amigo.
EliminarBesos
La primera estrofa me suena a dos marineros en tierra. La segunda me recuerda mi prótesis dental. La tercera a una crisis que aún no ha desaparecido. La cuarta a una voz agravada en ronquera por el tiempo y el cigarrillo. La quinta al trabajador que le quitan las horas extraordinarias. La sexta a un quemado de la vida. en resumen es una historia del mundo globalizado, en un buen poema de metáforas e imágenes muy sugerentes.
ResponderEliminarSólo te falta matar al asesino y gravar un video al que recitó un poema para que se ánime y perfeccione el tatuaje grabado.
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