Tal
cual te lo cuento.
Le
miré; la cara de vergüenza
fue
deshojando tonalidades verdes,
frescas.
Quise reírme, cuando una aceituna,
aderezada
con pimentón, se encajaba en la garganta.
Qué
silencio más interpretativo floreció en esos instantes.
La
ovación de la gente mutó con caras de asombro, inamovibles.
Una
lágrima, hija única, abandonada y con pena, se escurrió por la
mejilla.
Aún
había vida. El oxígeno se adentró a los pulmones. Nacía otra
oportunidad.
Casi
sin fuerzas, con la cabeza gacha y sorteando las sombras de los allí
presentes,
fui
avanzando, como en el juego de la rayuela: escalón a escalón, hasta
alcanzar la piedra.
Begoña M. Bermejo
Lo he leído muchas veces, amiga. Se me da muy bien logrado, en cada lectura más. Estupendo!
ResponderEliminarBesos
Gracias amigo.besos
EliminarSe me corta el poema en "verdes,
ResponderEliminarfrescas" ... ¿no sería mejor poner "verdes
y frescas"
La escalera está bien formada y el poema me recuerda mucho a los Ultraístas o aquellos como Mallarmé que usaban mucho los espacios vacíos y la posición o espacialización de las palabras para conseguir caligramas y figuras expresivas que ayudaran a explicar el contenido de un poema.
Es un buen intento de renovación y experimentación.